Aquí tedes o artigo publicado onte en Libro de Notas, na columna De Ventrílocuos Impostores, adicado a Bradford Cox e ós seus compinches de Deerhunter:
Esta es una de esas ocasiones en las que no tendremos que remontarnos décadas atrás para conocer mejor a nuestro protagonista. Bradford Cox nació en 1982, y a pesar de su juventud, es uno de los mayores talentos de la música popular actual. Con su banda Deerhunter ha publicado en 6 años 5 álbumes, 2 Eps, y una decena de singles que pocas veces han dado tanto de que hablar en una banda con tanta actividad. Una breve e intensa carrera a la que hay que sumar sus proyectos paralelos y en solitario, y en la que hasta el momento ha tocado casi todos los palos posibles, en todas sus formas, y consiguiendo siempre una canción, o experimento excelente capaz de contentar desde al mayor melómano hasta a los amantes del terrorismo sonico. Además de sus contundentes performances en directo, travestido como una señorita y embadurnado en cualquier tipo de sustancias pringosas, y unido a su enfermizo aspecto, que realmente le convierte en uno de esos genios de los que todos opinan que durarán poco, le convierten en un atractivo fenómeno que además nos ofrece álbumes tan fantásticos como el reciente “Halcyon Digest” (4AD, 2010), que con toda seguridad estará entre los mejores álbumes de año en esas divertidas revisiones que se publican cada enero.
El lugar: Athens, Georgia. Georgia es quizás el más mitificado de los estados sureños de los USA, con su oscuro pasado algodonero, sus historias de negreros, y por ser escenario de numerosos episodios de la guerra civil secesionista, pero siempre ha sido un lugar muy especial para la música, de allí son gigantes como Otis Redding y Ray Charles (‘Georgia on my Mind’ es el himno oficial del estado, aunque en realidad el tema de Charles es una versión sobre el tema compuesto por “Hoagy Carmichael y Stuart Gorrell que originalmente nada tenía que ver con el estado). Y dentro de Georgia, ese oasis llamado Athens, una pequeña ciudad eminentemente universitaria con una dimensión cultural casi inexplicable. A poco más de cien kilómetros de la capital del estado (Atlanta) en Athens encontramos la Universidad de Georgia, y como habitualmente se dice, está lo suficientemente lejos para no dejarse invadir por el estrés de la gran ciudad, pero lo suficientemente cerca para recibir todas sus energías. En las últimas décadas, de esta pequeña ciudad han salido bandas como The B-52’s, R.E.M., el recientemente fallecido Vic Chesnut, Drive-by Truckers, Neutral Milk Hotel, Of Montreal, Elf Power, Flat Duo Jets, y un largo etc de bandas de relleno del planeta indie.
Ahí encontramos el origen de Cox, un joven que padece síndrome de Marfan, una de esas enfermedades raras que padecen uno de cada muchos miles de personas, cosa de proteínas y cromosomas, que es el causante de ese aspecto enfermizo, extremadamente delgado, con unos brazos desproporcionados, y aracnodactilia en sus dedos. Aún así, con explicaciones médicas de por medio, su aspecto no inspira mucha confianza en una larga carrera musical, así que aprovechemos el momento.
Cox forma originalmente Deerhunter en 2001, junto con su compañero Moses Archuleta, desde entonces el resto de la banda ha sido cambiante por diferentes motivos (su primer baterista se murió en un ‘accidente’ de skate, algo muy poco romántico para la leyenda del rock, pero las nuevas generaciones vienen así, y así hay que contarlo), hasta su traslado definitivo a la capital en 2004, y será ahí cuando consigan grabar su primer Lp, originalmente autoeditado sin título (así que por defecto llamado “Deerhunter”), pero que inmediatamente llamó la atención de Stickfigure Records, y se publicó en 2005 como “Turn it Up Faggot”. En este primer álbum se tenemos todas las bases de su música, aunque disfrazadas por toneladas de ruído. Presentan un debe directo con sus vecinos de Athens Pylon y The Actor’s Method, sobre todo en superficie, pero sus influencias directas, por supuesto van mucho más allá, Sonic Youth y The Fall en lo más alto, y desde ahí imagínense lo de siempre, la densidad de la Velvet Underground (aunque esto se irá haciendo más evidente con el paso de los años), y el kraut y la kosmische musik germana, sobre todo en las texturas de NEU!. Es un álbum muy dinámico y enérgico, temas (relativamente) breves y directos, con mucha carga atmósférica de fondo, con una producción lo-fi fantástica, aunque incluso esto mejorará mucho con los años, pero que en 2005 no les hizo destacar por encima de nadie. Era un buen álbum, pero sin mucho más recorrido que el disfrutarlo en el momento. Nada hacía pensar en lo que nos ofrecerían en sus siguientes trabajos. Además, en cualquier referencia a “Turn it Up Faggot” nos encontrábamos con un batiburrilo de etiquetas que asustaba: lo-fi, post-hardcore, no-wave, noise, shoegaze, ambient-punk, dark dance, post-rock, kraut-rock, psycodelia, garage experimental... y cualquier combinación que jamás hubiéseis oido antes, demasiado para cualquiera. Lo peor de todo, es que en realidad encontramos todo eso, y mucho más, pero el propio Cox años después reconoció que ese álbum de debut no le gustaba, reconoció que no estaban preparados, y se dejaron llevar por la oportunidad de publicar un álbum y ya está. Aún así encontramos muchos detalles interesantes en ‘Adorno’, ‘Language/Violence’ y en el epílogo ‘Death Drag’. Incluso realizaron un video clip para su single ‘Oceans’, aunque este no sea precisamente uno de los temas más destacados del álbum:
Aunque sí es una rareza, debido a que con toda esta actividad, solo han producido 4 videoclips oficiales. Con el tiempo se lo han pensado mejor.
Inmediatamente comienzan con la grabación de su segundo álbum, para lo cual han firmado un contrato con Kranky Records. Debería grabarse ese año y salir a comienzos de 2006. Se fueron a NYC y todo resultó un desastre, desde los fallos de los equipos técnicos, hasta el estado de la banda y los muchos achaques que sufre Cox por muy diversos motivos. Finalmente con ayuda, más moral que técnica, de la banda Liars (estandartes de la no-wave neoyorquina del siglo XXI) recomponen todo el álbum, y vuelven a Georgia para grabar de nuevo todo el material. Y aquí es donde comienza la historia con mayúsculas de Deerhunter. “Cryptograms” (Kranky, 2007) fue grabado en realidad en dos sesiones, que se evidencian en el disco de un modo muy marcado. La primera mitad, fue grabada en una sola sesión, en lo simbólico refleja la ansiedad de Cox, sus obsesión este disco, sus problemas mentales y su inadaptación social, pero es en lo musical donde podemos ser más objetivos. La influencia de Spacemen 3 vía Liars es evidente, pero va mucho más allá de la deconstrucción de estos últimos. Es ambient furioso, si es que eso tiene algún sentido, donde prácticamente el instrumento fundamental son las pedaleras de efectos. Depresivo y claustrofóbico, pero cabreado, muy cabreado. De la agobiante ‘Intro’ al inspirado ‘Cryptograms’ hay muchas contradicciones, pero se resuelven en esta mitad a favor de la primera a través de ‘Lake Somerset’, ‘Providence’ o ‘Red Ink’, normalmente prevaleciendo la búsqueda de un sonido a la composición de canciones propiamente dichas.
La segunda parte del álbum fue grabada días después. Se corresponde con los 5 últimos temas, y como si se hubiesen relajado por la satisfactoria sesión anterior, todo es más luminoso, más limpio. El pop gana por goleada. Tampoco pensemos que es un fiesta de colorines a lo Flaming Lips, pero ya era bastante. ‘Spring Hall Convert’, ‘Strange Light’ o ‘Hazel St.’ son algo muy distinto a todo lo que nos habían ofrecido hasta el momento, abrían nuevas vías que les convertían en una banda aún más desconcertante. Aquel álbum obsesivo y rallante terminaba de un modo incomprensiblemente feliz:
Dos mitades, en dos momentos. La primera agobiante, ruidosa, poco apta para todos los públicos, y la segunda luminosa, pero igualmente sucia. El amor por el lo-fi, hizo que además de la suciedad de la grabación, aprovechasen los principios de neumonía de Cox (siempre con algún problema) para registrar su voz totalmente congestionada. Son esas historias las que aumentan la leyenda de un álbum, pero sobre todo porque el experimento funcionó a la perfección.
Meses después publican “Fluorescent Grey EP” (Kraky, 2007), con cuatro temas que habían sido grabados en aquella segunda sesión de “Cryptograms” y continúan esa pauta, son cuatro temas pop, que conjugan a la perfección el ruido y la luminosidad. Desaparece el toque ambient y gana en distorsión pero también en melodías. Un retorno a comienzos de los 90, en cuatro temas que funcionarían a la perfección como singles independientes.
Al siguiente año Cox y Archuleta nos presentan su trabajo más ambicioso. “Microcastle/Weird Era Cont.” (Kranky, 2008) son en realidad dos álbumes por separado que se iban a comercializar simultáneamente, pero los criterios económicos los convirtieron en una especie de bootleg en su edición en cd, dos álbumes en uno, pero manteniéndose por separado en vinilo. Continúan la misma línea que en la segunda mitad de “Cryptograms” y del “Fluorescent Grey EP”, las pedaleras de efectos pierdes protagonismo, ganan las melodías, los acordes reconocibles aunque sucios (eso cada vez más), ahora ya con cambios de ritmo, y esa búsqueda de su sonido y su ruído se integra a la perfección en las canciones cuando es necesario, y desaparece cuando no lo es. Quizás esto tenga que ver en que por primera vez los demás componentes de la banda aportan a los temas. En “Microcastle” hasta cuatro temas están compuestos por colectivamente, y en “Weird Era Cont.” todos los temas están compuestos individualmente por los diferentes miembros de la banda, además de por Cole Alxander (de The Black Lips, incluso su foto es la portada del álbum). En conjunto los podríamos clasificar como dos álbumes eminentemente pop, seguido de un montón de etiquetas que queráis, pero siempre pop. Por supuesto ya no es tan innovador, ni tiene una historia tan tormentosa como “Cryptograms”, es mucho más accesible, y suficientemente atrevido y experimental como para sorprender al gran público. De ahí su éxito. Y curiosamente, siendo su álbum más comercial hasta la fecha (todo es relativo, claro, el más accesible) primer álbum del que no realizaron ningún video clip promocional, y quizás sea ‘Agoraphobia’ lo más parecido a un single entre los dos álbumes:
Con todo este trabajo en tan poco tiempo, Cox decide comenzar a publicar todas sus creaciones descartadas para Deerhunter. Su proyecto en solitario se llama Atlas Sound, con el que comenzó publicando en su blog (http://deerhuntertheband.blogspot.com/) a modo de maquetas canciones sueltas que fueron compactándose cada vez más, hasta convertirse en auténticos álbumes. Bajo esta etiqueta ha publicado dos largos “Let the Blind Lead Those Who Can See but Cannot Feel” y “Logos” (ambos con Kraky Records, en 2008 y 2009 respectivamente) y dos Eps: “Another Bedroom” y “Rough Trade” (en los mismos años para 4AD), además de splits y 7’’ para otros sellos menores, pero lo más sorprendente de todo, es que en su blog (que es el de Deerhunter, visitadlo periódicamente, por que siempre nos regala material inédito) continúa publicando trabajos recientes que no será publicados, bajo la marca de Atlas Sound (con la que publica temas sencillos de guitarra o complejos desarrollos con todo tipo de instrumentos y sin prescindir de ningún tipo de arreglo), o como Ghetto Cross (dúo gamberro compartido con Cole Alexander) siempre para descargar gratuitamente. Esta misma semana os podeis encontrar recién salidos del horno los dos nuevos trabajos de Atlas Sound, “Bedroom Databank, Vols 1 y 2”, y en donde podéis encontrar también esa primera sesión maldita grabada en NYC para el “Cryptograms”, con todos sus errores incluídos.
Y así llegamos hasta casi anteayer. El nuevo trabajo de Deerhunter se llama “Halcyon Digest” (4AD, 2010) y ha cogido a contrapié a todo el mundo. Si el año pasado en el EP “Rainwater Cassette Exchange EP” (Kranky 2009) adelantaban ciertas evoluciones con respecto a sus trabajos de 2008. Parece que todo ha cambiado para Cox. Su nuevo álbum es totalmente distinto a todo lo que había hecho antes, todavía hay una cierta melancolía y un halo denso y misterioso que no llega a abandonar muchas de sus canciones, pero las melodías ganan por goleada en un disco de POP mayúsculo, compacto, sin experimentos ni búsquedas de identidad, un álbum de canciones preciosas e inquietantes, de temas alegres de inspiración sixtie. Más cercano si cabe a muchas de sus composiciones con Atlas Sound que a todo su trabajo con Deerhunter. Los únicos rastros de ese pasado reciente los encontramos en ‘Earthquake’ que abre el disco y en ‘Sailing’ a modo de interludio. Desde ahí hasta el final casi sin interrupción una sucesión de temas positivos y alegres como nunca habíamos escuchado en su carrera ‘Memory Boy’, ‘Basement Scene’ y ‘Helicopter’, y la mayoría de ellas nos trasladan a diferentes momentos de la historia del pop. Desde la mejor factura de los 60, el inocente power pop sin complejos de los 70 y las grandes melodías de 80, como ejemplos: ‘Revival’, ‘Desire Lines’ y ‘Coronado’.
Incomprensiblemente un álbum luminoso y sobresaliente, de un joven genio, de esos que además tiene todas las papeletas para acabar pronto y mal (como su colega Jay Reatard, recientemente fallecido) y convertirse en leyenda antes de tiempo. Sin embargo este disco quizás nos enseñe algo a todos. Yo desde luego no haría un seguro de vida a Bradford Cox, y tampoco soy capaz de contextualizar este “Halcyon Digest” en toda esta historia. No lo entiendo, pero me encanta.