Hace una semana Don Glenn Vliet fallecía debido a complicaciones de su esclerosis múltiple. Como se suele decir, nos deja el hombre, pero para siempre nos quedará su legado, aunque en este caso ya era lo único que teníamos, puesto que Vliet era uno de esos personajes que no llevaba nada bien el trato con personas.
Estamos ante un personaje tan hermético que resulta ridículo establecer máximas. Se han escrito numerosos reportajes, libros y documentales, pero casi todos han sido una y otra vez desmentidos por Vliet. Siempre que alguno de sus compañeros de fechorías narraba una anécdota, el Capitán la desmentía, si era él quién contaba la batallita, los otros protagonistas daban una versión totalmente distinta... casi cualquier cosa que podáis leer/escuchar/ver sobre el Capitán tendrá la etiqueta de dudoso.
En un comienzo transformó su nombre a Don Van Vliet con fines artísticos pero siempre será recordado como el enigmático Captain Beefheart, una de esas estrellas extravagantes del mundo de la farándula, huidizo de la prensa y siempre polémico en sus pocas apariciones llenas de exabruptos y mentiras. Pero coherente consigo mismo hasta el final. Se retiró de la música en 1982, para no volver jamás. Bien por considerar que ya había dicho todo lo que tenía que decir, o seguramente harto de que casi nadie comprendiese lo que decía, en cualquier caso incorruptible hasta el final.
Sus obras nunca tuvieron un gran éxito, solo puntualmente en los USA, y siempre recibidas con un relativo mayor entusiasmo en Europa (más bien en el Reino Unido, y años después difundidas por el continente). Responde a cierta lógica. A finales de los 60, el fenómeno de la British Invasión necesitaba retroalimentarse de nuevos fenómenos estadounidenses, el blues ácido y cavernoso del Capitán era perfecto para los ávidos modernistas británicos, la suciedad y lo contundente de su interpretación del blues más purista del Mississippi era el último escalón de un fenómeno que ya no daría más de sí. Justo después, en el momento oportuno en que el la psicodelia lo invadía todo, Beefheart ofreció sus obras más experimentales, y atrevidas.
“Safe as Milk” (1967, Buddah Records)
Van Vliet se incorpora a la Magic Band en 1965 y ya en 1966 publicaron sus dos primeros singles con la multinacional A&M. Con el éxito de “Diddy Wah Diddy” (versión del clásico de Bo Diddley) y el original “Moonchild”, todo estaba preparado para el lanzamiento de su álbum de debut, pero a la compañía no le gustó el resultado final de las composiciones ni de sus arreglos. Finalmente el álbum fue publicado por Buddah Records, y en opinión de quien escribe es el mejor álbum de su género de la historia. Arranca con una incursión en el blues primigenio del delta (‘Sure ‘Nuff ‘N Yes I Do’) que tanto atraía a Beefheart, saltando al garaje psicodélico de ‘Zig Zag Wanderer’ y pasando por baladas cercanas al soul ‘Call On Me’ y ‘I’m So Glad’, en las que la cavernosa voz de Beefheart se convertía en un instrumento imprescindible que aportaba una fuerza pocas veces vista anteriormente, como en el exitoso ácido de ‘Electricity’. Pero además destacan en este álbum la aparición de dos destacados guitarristas en el inicio de sus carreras, el multiinstrumentistas “Taj Mahal”, (que luego destacaría con sus imposibles fusiones de blues rural norteamericano con calypso, raggae y música hawaiana, aunque en este álbum aparece como percusionista) y “Ry Cooder”, el futuro genio de la slide. “Safe as Milk” es un disco de culto e imprescindible, atrevido y ruidoso, que mientras respeta el purismo de los standards, se atreve a introducir tempos imposibles en el rock, escalas átonas (se le ha considerado el introductor de las teorías de Stockhausen en la música popular norteamericana, pero muchos especialistas afirman que Beefheart jamás había oído hablar de semejantes teorías) y cambios de ritmo y melodías que producían unas extrañas estructuras harmónicas.
Al año siguiente se publica “Strictly Personal” (Blue Thumb, 1968) un álbum extraño y polémico, del que incluso Beefheart renegó, por considerar que el productor había hecho demasiados cambios sin su consentimiento, pero en él encontramos mucho de lo que vendría un año después. (de hecho años después se publicó el álbum titulado “I May Be Hungry But I Sure Ain't Weird - The Alternate Captain Beefheart” tal y como él quería que hubiera sido.
“Trout Mask Replica” (Straight, 1969)
Para su tercer álbum firman con el sello recién creado por Frank Zappa, quién además sería el productor del disco. Con Beefheart y Zappa de por medio no había fronteras, y pronto se convirtió en un proyecto muy ambicioso con el querían asombrar al mundo entero. Tras meses de trabajo toda la instrumentación se grabó en unas pocas horas, mientras Beefheart grabaría todas las voces posteriormente escuchando desde otra habitación o incluso con diferente música. Aquí tenéis como mejor ejemplo ‘Frownland’ que abre el disco:
Un experimento descabellado que dio lugar a un álbum doble con 28 cortes, al álbum total de la experimentación y cumbre de la contracultura, o al menos así debería haber sido. Las letras de este álbum alcanzan al mayor grado de hermetismo de cualquier literatura vanguardista. El mensaje de Beefheart es puro dadá futurista llevado al extremo, sustituyendo al blues como vehículo musical para entregarse al freejazz más complejo. Mejor sigan escuchando, por que nada de lo que pueda escribir sobre este álbum tendrá sentido:
Inexplicablemente para Zappa y Beefheart, el álbum no fue un rotundo éxito. En el Reino Unido si tuvo una gran repercusión, pero en USA fue tomado como un extravagancia más de la época. Por supuesto se culparon mutuamente, sin embargo habían conseguido una obra imperecedera. “Trout Mask Replica” es considerada desde hace décadas una obra maestra que adelantó muchos aspectos de la música que estaba por venir, desde el indie pop, al punk y el hardcore, pero también técnicamente por lo extraño de sus arreglos y producción.
La carrera posterior de Beefheart fue muy irregular. Aclamado como genio por la prensa y por casi toda su generación musical, él no pudo disfrutar de la popularidad que creía merecer, todo el mundo le conocía, pero las ventas no indicaban lo mismo. Sus siguientes álbumes siguieron la misma fórmula, pero “Lick my Decaes off Baby” y “Mirror Man”, grabados ambos en 1970 como álbumes opuestos, el primero seguía la estela de “Trout Mask Replica” mientras que “Mirror Man” volvía al blues lisérgico de “Safe as Milk” con largas composiciones. En ambos casos tuvo el mismo resultado, una buena acogida en el Reino Unido, y muy pocas ventas en USA. En lo que restaba de década de los 70 todavía publicaría 5 álbumes más, con los que sí consiguió un mayor reconocimiento en cuanto a las ventas, pero su aura de genio se diluía, su música se acercaba al blues rock más convencional, y hacía demasiadas concesiones al soul y al pop, mientras sus letras, sin ser vacías, habían perdido todo su misterio.
Aunque siempre incluía alguna extraña joya, recuperó un cierto pulso creativo en sus últimos álbumes, “Doc at the Radar Station” (1980) y “Ice Cream for Crow” (1982) para el cual grabó su único video clip:
Sin embargo, tras la presentación de Ice decidió poner fin a su carrera musical, y dedicarse en cuerpo y alma a su otra gran pasión, la pintura. Dicho y hecho. Jamás volvió. Pero no solo a tocar, sino prácticamente a salir de su casa.
En los últimos años, la única conexión que mantenía con la música era una relación telefónica con PJ Harvey, para quién de algún modo de había convertido en su mentor. Según ella, le enviaba sus demos, y Beefheart le aconsejaba sobre sus composiciones, arreglos, etc, que se evidencian sobro todo en el álbum “Uh Huh Her”.
El guión perfecto para un personaje de semejante categoría. Beefheart fue el único de su generación capaz de rivalizar con Frank Zappa en cuanto a extravagancia musical, una rivalidad que les hizo mejores, una competición que parecía no tener final, hasta que terminaron colaborando juntos en numerosas ocasiones, para finalmente convertirse en enemigos irreconciliables. Sin embargo el tiempo les ha situado en lugares muy distintos de la cultura popular, mientras Zappa y otros muchos se han convertido en iconos pop (aunque su música no sea realmente tan escuchada como su nombre) Beefheart se ha ido arrinconando en un reducto de creador de culto que ahora sí está al mismo nivel que su nombre. Zappa era un showman que se reía de todo, mientras que Beefheart no sabía venderse, no entendía el show business y quizás se tomaba demasiado en serio a sí mismo. Un caso muy extraño.
Uno de esos pocos genios coherentes, de los que se retiran de verdad.
Y cuando no se saber terminar ¿qué fácil sería despedirse con un Adios Capitán, verdad?
Mon Falcón