Hoy amigos hablaremos de uno de los pro-hombres de nuestra época, uno de esos faros que dan luz a la sociedad occidental en medio del crack financiero, el azote del capitalismo, el mesías anti-crisis y bastión del anti-americanismo desde la propia capital del impero. Ian Svenonius es casi todo lo que se ha propuesto, menos lider político de su propio estado, aunque sigue trabajando en ello... de graffitero a ensayista, y de guerrillero urbano a músico reputado. Todo un showman muy a su pesar, por que nadie le tomó en serio cuando ya nos avisaba de todo esto. La historia de Svenonius es un no-parar de bandas, siempre con mensaje, siempre incómodas y siempre veneradas a toro pasado. Aquí va un repaso de uno de los personajes más delirantes de Washington D.C., que hoy se regodea de todos con un ya-os-lo-había-dicho en su nuevo trabajo con Chain and the Gang.
Su primer engendro fué The Nation of Ulysses, se consideraban a si mismos un partido político y un grupo terrorista antes que una banda e rock. Fuesen lo que fuesen, consiguieron convertirse sin duda alguna en la banda con el discurso más nihilista de la historia. La música era únicamente un canal de comunicación de sus ideales y un instrumento estético, con su apariencia de guerrilla urbana, dialéctica anarquista y un discurso imparable acerca de la lucha de clases, a lo que añadían una feroz lucha inter-generacional (anti-padres) y sobre todo, y los que más preocupaba a las autoridades, profundamente antiamericana, siempre ocupados en inundar la capital de panfletos, flyers y fanzines (Ulysses Speaks! era su principal canal de comunicación). Aunque con la perspectiva que nos da el tiempo, hoy sabemos que toda esta literatura no tuvo los resultados pretendidos, pero sin embargo fueron uno de los pilares fundamentales en el desarrollo del riot grrrl (fantástica paradoja, de cómo una banda masculina inspira sin quererlo directamente al feminismo radical). En realidad, cuando la banda se formó, tres de ellos no sabían tocar ningún instrumento (no han revelado quienes de los cinco eran, se supone que hablan los tres protagonistas inseparables de esta historia hasta hoy: Ian Svenonius, James Canty –hermano del miembro de Fugazi- y Steve Gamboa, pero en realidad es probable que ninguno supiera), eso sí, sobrados de actitud.
De hecho una de sus máximas programáticas era: Todo lo que necesitas es un concepto. No hay ninguna razón para que usted tenga que sonar como Led Zeppelin, que por momentos debió ser incluso la base de su pensamiento político, una verdad aplastante que ellos convirtieron en realidad. Pero quizás la exposición de sus discursos y de su ideología se haya encargado de ocultar la importancia de la banda en lo musical, que en realidad es mucho mayor que la nula repercusión de su parafernalia política. Y más aún si sabemos que en solo dos años pasaron de no saber tocar ni un solo instrumento a publicar uno de los álbumes más influyentes de principios de los 90. En su momento fueron considerados unos bichos raros por la ortodoxia del Old School, que ni siquiera les consideraban una banda, tan solo aquello que ellos mismos vendían, un colectivo político con un mensaje antiamericano que comunicaba a través de algo parecido a una banda de hardcore, pero que para sorpresa de todos terminaron por convertirse en uno de esos renovadores del género, y publicando un álbum de debut “13-Point Program to Destroy America” (Dischord, 1991) que es un auténtico clásico imprescindible. El título está inspirado en el Programa de los Diez Puntos fundacional de los Black Panthers y en uno de los más famosos informes de J. Edgar Hoover (primer, y casi eterno director del FBI, y famoso por sus programas de contraespionaje, y de lucha contra las organizaciones de gangsters, de radicales y subversivos) titulado Red China's Secret Plan to Destroy America. En su discurso para crear la anhelada nación de Ulises, donde todo sería justo, pacífico e igualitario, deberían destruirse las estructuras de la sociedad actual, y el rock and roll era el monolito que tenían ante sus ojos y deberían destruir. En esa renovación del hardcore, compartían con Fugazi las modificaciones en los tiempos, cambios de ritmo y velocidad, pero mucho más influídos por el free-jazz y sus no-estructuras aparentes, así como la herejía que supuso la introducción de instrumentos de viento (‘Ulythium’ y sobre todo ‘Aspirin Kid’ abren muchas posibilidades que no se habían planteado en un género que estaba totalmente estancado), y un despliegue de recursos pocas veces contemplado en aquella escena.
Y lo mismo ocurrió al año siguente con “Plays Pretty for Baby” (Dischord, 1992), aunque ya sin el factor sorpresa, otro discazo, un poco menos heterogéneo pero con el inesperado crossover de ‘The Sound of Jazz to Come’ que tomaba su título de la famosa pieza de Ornette Coleman para homenajear al intocable John Coltrane de ‘A Love Supreme’.
La banda se disolvió en 1992, mientras grababan su tercer álbum. Los temas registrados serían publicados en 2000 junto con cuatro temas en directo, en las “The Embassy Tapes” (Dischord Recs, 2000), que por supuesto muestra los temas todavía a medio hacer.
Con sus inseparables Canty y Gamboa formó una nueva banda Cupid Car Club M.P. con la que publicaron un único EP homónimo en 1993 (7’’, Kill Rock Stara, 1993). Tan efímeros que sufrieron casi una combustión instantánea, pero importantes porque son el puente lógico entre The Nation of Ulysses y The Make-Up, aunque todavía muy ruidosos...
Con The Make-Up cambian muchos elementos, pero no la columna vertebral de la banda, le acompañan nuevamente Canty y Gamboa, y se incorporan la bajista Michelle Mae y Alex Minoff a la guitarra. Un nuevo invento para un momento diferente. La segunda mitad de los 90 coge a Svenonius y compañía con aires mesiánicos, si bien mantiene su discurso político, abandonan el megáfono y la pancarta política para sustituirlo por el púlpito del predicador de la gran fiesta. The Make-Up se definían como una teología marxista-LSD con sonido garaje-soul-rock, el resultado final es un original sonido que ellos mismos denominaron gospel yeh-yeh, un invento único en su género. Todavía pretendían seguir siendo el azote de occidente, pero conscientes de que con un poco de maquillaje todo se ve mejor, y además con unos trajes molones (alguien debería documentar cuantos uniformes se han fabricado, siempre iban todos iguales, y pocas veces repetían modelito) se convirtieron en la banda más cool del planeta. Su carrera fue un auténtico cañonazo, con 7 álbumes en cinco años, en los que además tuvieron tiempo a despedirse a lo grande con un recopilatorio de grandes éxitos. Su tremendo debut fue uno de esos magníficos ejercicios de maquillaje. “Destination Love: Live! At the Cold Rice” (1996, Dischord Records) fue presentado como un álbum en directo, con el habitual discurso de que la banda pretendía transmitir su crudeza, potencia y ritmo sobre el escenario, y bla bla bla... pero lo cierto es que es un álbum de estudio con todos los añadidos para que al oírlo te de envidia no haber estado allí... pues no, puro maquillaje, pero lo consiguieron, durante un tiempo, nadie puso en duda su autenticidad. Sus siguientes entregas de estudio (“Sound Verité”, “In Mass Mind” y “Save Yourself”) estas ya sin trampa, son unas auténticas joyas de su gospel yeh-yeh de escucha obligada.
Quizás ninguno de sus álbumes sobresalga por encima del resto, los tres mantienen un nivel excelente, y por eso tienen más mérito al enganchar al oyente en todos ellos de principio a fin con su particular rítmica festiva, sus furiosos cañonazos y algunos ejercicios de melancolía que no siempre son lo que parecen.
The Make-Up se disolvieron en los más alto, y Svenonius quiso probar nuevas fórmulas. En primer lugar se lanzó en solitario, bajo el seudónimo David Candy, con el que publicó un único EP “Play Power” (Jet Set, 2001). Y en segundo lugar se tomó en serio otro proyecto paralelo que había formado junto con Michelle Mae y Alex Minoff (ahora y por primera vez sin Canty y Gamboa) llamado Scene Creamers, pero que pronto cambia su nombre por Weird War a causa de la actualidad político-militar de 2001 que todos recordareis. Weird War siguen todavía hoy en activo, como una continuación lógica de The Make-Up, pero más seria, cada vez más, y sin ningún tipo de maquillaje. Desde los iniciales “Weird War” (Drag City, 2002) y “I Suck on that Emotion” (Drag City, 2003, disco para el que realidad retomaron el nombre original de Scene Screamers), que beben directamente de la herencia de The Make-Up, a los más solemnes y combativos “If You Can´t Beat´em, Bite´em” (Drag City, 2004) que es pura adrenalina, y su último trabajo hasta la fecha “Illuminated by the Light” (Drag City, 2005) mucho más ecléctico, pero igual de incómodos y mucho más directos, y con el que Svenonius accedió a grabar el primer video-clip de todo este conglomerado de bandas, era el single ‘Mental Poisoning’:
Pero pasan los años y Svenonius se va haciendo mayor, como todos, y poco a poco sus panfletos, sus pintadas y sus fanzines se van convirtiendo en columnas de prensa, ensayos y libros. En 2006 se publicó uno de sus proyectos más ambiciosos, que era el de recopilar toda esa literatura dispersa y otorgarle una coherencia interna. The Psychic Soviet (Drag City Press, 2006) es un selección de artículos que deberían servir para las discusiones de taberna. A lo largo de sus 19 ensayos, destripa con la sutilidad del mayor cínico los principales pasajes de la historia, las teorías políticas y las entrañas del rock’n’roll. Nos desvela los secretos políticos de la guerra fría en clave de psicología familiar común (en realidad todo es consecuencia de una depresión post-parto), el momento en que Bob Dylan traicionó a la tradición folk pora entregarse al rock, la dualidad marxista entre el stalinismo industrial de los Beatles y el maoísmo agrario de los Rolling, o la autenticidad de valores modernistas de Paul Weller contra el falso apropiacionismo de Oasis y los nuevos valores del lad-rock... un compendio de delirios con dobles y triples sentidos, hilados muy finamente en el límite exacto entre el absurdo y la verdad absoluta, y todo en un formato de bolsillo (de los de verdad, para poder llevárselo al bar y buscar argumentos en el fragor de la batalla tabernaria) con una estupenda cubierta rosa. De momento, no hay traducción al castellano, pero alguien debería ponerse a ello. Recuerden: The Psychic Soviet es su manual!
La última y actual reencarnación político-musico-económica de Svenonius es Chain and the Gang, con la misma retórica de siempre pero ahora convertido en predicador anticrisis, o más bien en un discurso ya os había avisado. La banda está compuesto por el propio Svenonius como Sr Cadena, y su banda de presos recién huídos de la presión, que son los The Sons of the Soil que en los últimos años acompañan a Calvin Jonson (creador del auténtico grunge -que no es lo que ustedes piensan- con Beat Happening y The Halo Benders, y es el propietario de K Records). Lo dicho, continúa su habitual discurso pero con una original factura producto de las técnicas de grabación que emplea, con la totalidad de los componentes originales de los años 40 y 50, aunque como alguno diría, lo único que le preocupa es el concepto, y cada vez menos las canciones. Quizás muchos esperaban otra cosa. En la primera entrega de Chain and The Gang, “Down With Liberty... Up With Chains!” (K Records, 2009) se lanzó al gospel punk (que seguramente era la última combinación que le faltaba por hacer) con el que es capaz de transmitir una sensación algo así como estoy muy cabreado, pero estoy tranquilo que no es muy sencillo de encontrar en un álbum de música. Ya inmensos en esta crisis que nos consume, el Sr. Cadena está en su salsa, de modo que programa el concepto del álbum de modo didáctico, nos explica los fundamentos del capitalismo en ‘What is a dollar?’, que papel ejercen en el sistema los políticos (‘Trash Talk’), nos desvela unas cuantas conspiraciones financieras (‘Deathbed Confession’) y localiza las zonas cero (‘Cemetary Map’), pero también propone soluciones que nos ha estado repitiendo una y otra vez a lo largo de todos estos años (‘Chain Gang Theme, I see progress’, o ‘Reparation’) que por supuesto serían posibles en la Nación de Ulises. Ay!! Si Svenonius mandara...
Y este mismo mes llega su segunda entrega: “Music’s Not for Everyone” (K Records, 2011). Svenonius ya se ha convertido oficiosamente en krooner de la catástrofe y en este álbum se muestra realmente preocupado por el futuro, mientras se ríe a carcajadas entonando un socarrón ya os lo había dicho... pero como la música no es para todo el mundo, en este álbum se despreocupa totalmente del discurso armónico para centrarse al 100% en su tarea de narrador. Desparece casi totalmente la rítmica que le caracterizaba desde los tiempos de The Make-Up para abrazar el minimalismo y el lo-fi (producción mínima). Es un álbum bastante irregular pero en su defensa debemos decir que trasciende lo musical, pero quizás lanzar un disco de spoken word era demasiado. Svenonius abraza el folk y el soul (más que nunca) y se acerca al rock guitarrero de los 70 en las dos partes de ‘Detroit Music’.
A cada escucha se van sumando momentos fenomenales, aunque siempre con un aire totalmente naïf que no termina de aclarar si va en serio o no, pero la realidad es que es un disco en que el protagonista principal es el mensaje, y no la música que lo contiene, por eso es recomendable escucharse el disco de tirón con las letras delante (y quizás un diccionario al lado).
A lo mejor esto último no es un buen plan para pasar la tarde, pero yo os aseguro de que terminareis convencidos y entregados al universo de Svenonius, y seguramente le votaríamos todos si tuviésemos oportunidad, por que él sí se preocupa por todos nosotros!!!
Mon Falcón