viernes, 24 de junio de 2011

Hoxe 'Del Apropiacionismo' en LdN.

Hoxe en Libro de Notas, nova entrega da columna De Ventrílocuos Impostores. Desta vez inaugurando unha serie ficticia e ambulante adiacada ó apropiacionismo, ás copias, e as versións. Nesta primeira entrega de introducción, tres exemplos moi paradigamáticos do folk nortemericano...



Por insistencia popular nos introducimos en el mundo de las versiones, que periódicamente irán apareciendo entre las demás entregas de esta columna.
Afrontar un tema como este puede resultar tan amplio como intentar destripar la misma esencia de la música. Como todas las artes, crece y evoluciona en el tiempo a través de la repetición, la transformación, el apropiacionismo y la copia. Pero también por negación, rechazo y búsqueda de lo opuesto incluso antes que de la innovación. No habría Mozart sin música barroca, al igual que el punk de los 70 no tendría sentido sin su oposición a los dinosaurios del rock de la década, o también hoy seríamos huérfanos de mucho si Gustav Mahler no se hubiese propuesto superar a Beethoven. Así tanto en el academicismo más exquisito como en todas las manifestaciones de la música popular, la copia es un requisito imprescindible para mejorar. Incluso cuando tu obsesión es la de oponerte a otra cosa, siempre hay un referente de partida.

Lo fascinante de la copia solo llega cuando rompe barreras, cuando una composición es transformada en otra cosa, cuando el usurpador la hace propia y la adapta a su propio código intentando convencernos de que así es mejor. Cuando alguien busca interpretar algo igual que su creador pierde el tiempo en lo creativo, puede ser un buen ejercicio técnico, o un divertimento para quien le escuche, pero nada más. Solamente cuando se modifican los tempos, o el ritmo o cualquier elemento que haga traspasar las barreras estilísticas, el apropiacionismo mueve al mundo. Por eso en esta serie iremos destripando algunos de los parámetros de la copia. Hoy empezamos con algo fácil: tres ejemplos en el folklore norteamericano.

Sin duda alguna la época dorada del apropiacionismo fue la década de 1960, hasta entonces, los conjuntos y las orquestas se dedicaban mayoritariamente a reinterpretar grandes éxitos de otros consolidados buscando la mayor excelencia posible como vía de prestigio. Por supuesto que esta norma se rompe ya durante los 50, pero será en los gloriosos 60 cuando desaparecen por los complejos, los grupos se multiplican, y las versiones son normalmente su punto de partida para venderse a una audiencia mayor, igual que hasta entonces, pero ahora algunas bandas persiguen otros objetivos: hacer la versión más salvaje, más ruidosa, más rápida, más rítmica, más melódica, y por fin, la más innovadora. Tan pronto como un nuevo tema tenía un cierto éxito, surgían decenas de versiones todavía en la misma temporada.... incluso a veces se solapaban, y ya nadie recordaba la original.

Un ejemplo perfecto es el de ‘Have Love will Travel’, en una década el imaginario colectivo cambio su autoría para siempre, y eso que su autor, es uno de los pioneros y piezas clave en la historia del rock’n’roll, Richard Berry, autor también de una de las canciones más famosas de todos los tiempos, ‘Louie Louie’ de 1955 y evidentemente la más versionada de la historia y que eclipsó todos sus éxitos posteriores. Uno de ellos llegó en 1959, una auténtica joya influenciada por el bebop y el calypso, era ‘Have Love will Travel’ y sonaba así:


De inmediato muchos artistas integraron este éxito entre sus repertorios, pero sin aportar nada que lo diferenciase del original. Hasta 1964, cuando se publica un 7’’ pulgadas que lleva el mismo nombre. Eran The Imperialites, una banda de San Diego de la que nada se sabe, tan efímera que incluso se duda de su existencia. De hecho, puesto que publicaron su single con el sello Imperial Records, todo hace suponer que en realidad eran un grupo de músicos de estudio de la compañía. Por su puesto, este es su único trabajo titulado “Let’s Get One” (Imperial Recs, 1964) que en su cara-b incluían esta tremenda versión del ‘Have Love will Travel’ convertida ya en auténtico rhythm’n’blues:


Tan solo un año después, cuatro chavales de Tacoma, en las afueras de Seattle, publican su álbum de debut, y casi sin saberlo (hasta tiempo después), el rock, el garage, y eso que luego se llamó _actitud_ habían cambiado para siempre. Eran The Sonics:, y entre las muchas versiones de aquel “Here are The Sonics” (Etiquette, 1965) estaba esta nueva versión del “Have Love will Travel” que les convertiría en sus dueños para siempre:


Otro fenómeno a tener en cuenta es el de apropiarse de canciones tradicionales o temas populares de autoría desconocida. En muchos casos se hace por costumbre y repetición, como el famoso asunto que enfrentó al bueno de Lead Belly contra la élite blanca de su época. El tema en cuestión es 'In the Pines', también conocido como 'Black Girl' y aún más como 'Where did you Sleep Last Night'. Se trata de una canción popular, o más bien anónima que fue cambiando con los años, la mayoría de historiadores coinciden con que la composición data de finales de la década de 1870, en torno al sur de los Apalaches (esto sería al norte dos estados de Georgia o Alabama y popularizada por los presidiarios condenados a trabajar en las minas), y su título variaba habitualmente entre 'In the Pines' o 'Black Girl' según quien la cantase. Pero fue en la década de 1930 cuando uno de los bluesman pioneros, y sin duda alguna el más canalla de todos ellos comienza a popularizarla en otros ambientes, Huddie William Ledbetter, mundialmente conocido como Lead Belly. A pesar de que cantaba habitualmente a pelo, en plan gospel acompañándose con las palmas o golpeando el suelo con los zapatos, y en otras ocasiones con acordeón, fue el primer gran maestro de la guitarra de 12 cuerdas que nadie consiguió tocar como el hasta mucho después. Ya en la década de 1910 comenzó a adaptar muchas sonatas populares entre su repertorio, y entre ellas 'In the Pines' que tituló abiertamente y por primera vez 'Where did you Sleep Last Night'. Sobre sus grabaciones hay mucha ambigüedad, puesto que apenas quedan originales, las más antiguas de Lead Belly conservadas de este tema datan de 1944, y como todo este tipo de obras están guardadas como oro en paño en la Biblioteca del Congreso de los USA y en el Instituto Smithsonian, sin embargo este tema aparece ya grabado numerosas veces desde 1925. Muchos investigadores están convencidos de que Lead Belly debió grabar este tema mucho antes, algunos afirman que se puede autentificar una de ellas de mediados de los 30, mientras otros aseguran que hay documentación que les podría llevar a los años 20, pero sin poder conseguir un original de pizarra, de momento. El asunto, es que haya sido Lead Belly el primero en grabarla o no, (seguramente no) sí fue el primero en convertirla en otra cosa, que ya no era country ni bluegrass. Su grabación de 1944 sonaba así:


Antes incluso había llegado la famosa versión del malvado Bill Monroe de 1941 para sus hordas del KKK, y otras muchas en la misma linea country, ni siquiera Dolly Parton pudo resistirse. El espíritu de Lead Belly siguió vivo a través de muchos artistas menores de rockabilly, pero tendrían que pasar la friolera de 50 años para que se retomara con toda su crudeza, eran los años del _grunge_, y a pesar de que muchos asocian este tema al “Unplugged in NYC” de Nirvana de 1994, fue Mark Lanegan quién en toda esa escena recuperó este tema en su primer álbum en solitario (“The Winding Sheet” 1990) durante un descanso de los Screaming Trees:


Finalmente Delaney Davidson, uno de los últimos genios de este siglo y ya con una importante carrera en solitario tras pasar por los Alpine Cretins o The Dead Brothers, incluyó una versión de 'In the Pines' en su último álbum "Self Decapitation" (Voodoo Rhythm, 2010) en el que se transforma en una especie de crooner cabaretero al estilo Tom Waits para homenajear a toda una generación de guitarristas malditos y artistas suplantados por falsos oportunistas, y además devolviéndole todo su esplendor rural a ‘In the Pines’:


Un caso todavía más polémico, es el de ‘Hey Joe’, considerada canción popular, en este caso sería más correcto tratarla como anónima, sobre un hombre que huye a México después de asesinar a su esposa. Hubo numerosos pleitos sobre su propiedad y su autoría, el caso es que en 1962 un señor llamado Billy Roberts registra la canción en propiedad, sin haberla grabado jamás, y con numerosas acusaciones, tanto de habérsela robado, como de no haber compartido su co-autoría. Según algunas fuentes esta canción tradicional habría nacido en escocia a finales de los años 50, pero en fin, ya es otra historia. Con cambios de editora en los últimos años, legalmente no ha cambiado nada, pero numerosos investigadores proclaman la falsedad de todas las versiones y testigos que dan la razón a Roberts. El hecho es que así la registró en 1962, aunque tardó varios años en grabarla (todavía más sospechoso):


La versión más conocida en todo el mundo es evidentemente la grabación realizada en 1966 por Jimi Hendrix que incluiría en su álbum de debut con The Jimi Hendrix Experience “Are You Experienced?” (MCA, 1967), que respetaba a su modo los tiempos de la registrada por Roberts, pero convertida esta vez sí, en un clásico eterno del rock’n’roll:


Pero lo más interesante es que a pesar de toda esa polémica, la primera grabación de este tema la hicieron unos mocosos de Los Angeles, The Leaves, una banda de garage, de underground, el lumpen de la industria de la época, unos chavales que habían comenzado haciendo música surf, y que hasta aquel momento lo más relevante de su carrera había sido talonear a Captain Beefheart & his Magic Band en una fiesta universitaria. Y así, sin más en noviembre de 1965 publicaron su segundo single “Hey Joe” (Mira Recs, 1965), que contenía esta versión totalmente garagera, y que de no ser por el peso de Hendrix hubiese sido eterna, tras ellos muchas bandas como Music Machine, The Standells o los más famosos The Byrds la grabaron inmediatamente en 1966, y todos optando por su versión. Así sonaba ‘Hey Joe’ según The Leaves:


El rock conquistó el mundo, y comenzó a cambiar de idioma, en los paises no anglosajones las bandas de rock’n’roll comenzaron tocando todos aquellos temas de éxito que llegaban en inglés, hasta que comienzan a traducirse las letras al español, al francés, italiano, alemán o neerlandés sobre todo. Poco a poco, con el fenómeno ye-yé las versiones se transformaron en otra cosa, cambiando las letras para crear productos a la medida de sus propios mercados. Otro día dedicaremos mucho tiempo a esto, pero no me podía despedir sin confirmar que por supuesto la trágica historia de ‘Hey Joe’ también se convirtió al castellano. Fueron los mexicanos Los Locos del Ritmo, la banda pionera del rock en español ya a finales de los 50 quienes primero se atrevieron. En 1967 en un ep con cuatro versiones (en la que la principal era la del ‘Black is Black’ de Los Bravos, pero aquí por supuesto el negro era negro) incluían este ‘Hey Joe’, que si bien se limitan a traducir, desde luego en la España de la ministra Aído se hubieran metido en muchos problemas...


Pero los años 60 dieron para mucho más, el apropiacionismo tiene tantas formas como canciones se han escrito, pero ya lo iremos destripando poco a poco. Los 70 fueron más aburridos, hasta que con el punk y la new wave todo fue distinto, en los años 80 se recuperó aquel espíritu que se sacudía los complejos y no tenía reparos en reconocer sus filias ni sus limitaciones técnicas... luego se democratizó la tecnología y el sampler. Las categorías de la copia se volvieron infinitas, pero lo intentaremos.


Mon Falcón
Ver artigo orixinal en LdN con enlaces, discografía, comentarios, etc...
[Publicado en Libro de Notas o 24-06-2011]

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